El mal invade nuestras mentes mientras tratamos de discernir las consecuencias de nuestros deplorables actos. Ya es tarde y quieres olvidar, pero la elección fue la incorrecta. Un terrible malestar invade tu cuerpo y remueve tus entrañas. Una lágrima de desconsolación cae por tu mejilla y te preguntas quién eres y qué haces aquí, hundido en tu pesar. Ya únicamente queda la autocompasión y el flagelo del remordimiento. Sólo una salida. Sólo un final.
Las Autoridades Sanitarias advierten que:
El alcohol es un potente psicodepresor.
(Perdona, C.)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario