31.1.07

Conjeturas de una oveja negra, vol. II

Creo que la Historia es una fuerza. Su marea inalterable arrastra a la gente y las instituciones en su camino. Todos sirven al propósito único de la historia: crearte a ti, crearme a mí.

Piénsalo: miles de generaciones vivieron y murieron para crear concretamente a tus padres, cuya única razón de vivir es, evidentemente, crearte a ti.

Hasta ese momento, la misión única de la Historia era preparar al mundo para tu existencia, y aquí estás ahora: la historia se ha justificado.

... Y ahora que la historia ha creado a la razón única de su ser, ¿qué vas a hacer?

... Personalmente, yo no gastaría mi tiempo en frente de la televisión, pero es solamente la opinión de una oveja negra.

Conjeturas de una oveja negra. Vol. I

¿Por qué la gente no se preocupa por lo que está bien y lo que está mal? ¿Cuesta tanto ser amable? ¿Cuesta tanto decir lo que piensas, sin necesidad de ocultar tus sentimientos?

Creo que el problema de la gente es que solamente son humanos. ¡Qué suerte tengo de no ser más que una oveja negra!

29.1.07

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 13.

Nada sirve para nada, el príncipe nunca se convierte en rana, y una y otra vez se pone en marcha la misma manivela que mueve el engranaje, que golpea aquí, muy dentro, de lunes a viernes, domingos y festivos, el tiempo que me queda...

Y yo viéndolas venir para intentar entrever entre tanta morralla (que ya te vale de cuentos chinos) algún mensaje, por mínimo que sea.

En otro orden de cosas, C, hoy me he acordado de tu cumple, te he mandado un mensaje, te he intentado llamar... Bué, en cualquier caso, feliz cumpleaños.
Mañana tengo que devolverte unos apuntes, que no se me olvide... Y a ver si tú te acuerdas de decirme algo. Aunque sea un seco "gracias".

... Y mañana, a encerrarme en la universidad de 8.30 a 23.00... A desear menos días de lluvia y más días de niebla, como Miguel de Unamuno.

Ese mismo dijo una vez que "irse a París con novia es como irse a Escocia con un bacalao bajo el brazo". Por un lado, es reconfortante.

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre (pobre) infeliz. Eso decía la canción. Y la seguiría cantando a capella si hiciera falta.

La conversación de sobremesa de hoy ha versado sobre los sentimientos, las necesidades básicas, el gasto energético, la biología y la religión. Que, lo creas o no, van muy unidos. Tema de mañana: la felicidad. Así que hoy tengo que ver a Punset, a ver si aprendo algo del tema. Aunque tengo una idea aproximada, gracias al ideario pavlóvico: La felicidad son las setas, decía en su foro... ¿y si tienen razón?... no. Aunque suene a película, la ignorancia es la felicidad. Pero, ¿serías feliz sabiendo que eres un ignorante?

Nota mental: hoy no hay ni orden ni concierto en mis frases: no estoy de humor para organizar mis impulsos nerviosos. Cerebro, ahí te quedas, un día más.

Necesito desesperadamente tocar con el grupo. Lo que sea, pero aporrear el bajo y destrozarme la garganta. O, al menos, destrozar el nudo que hay en ella. A la mierda...


... gritó el oso amoroso.

28.1.07

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz, vol. 12

Ya era tarde, entrada la madrugada. Y, pese a no haber pegado ojo en muchas noches, todavía no tenía sueño... pero el cansancio me carcomía, devoraba mis entrañas. Mientras tú seguías feliz en tu nube de golosinas y corazones de melón rosa, solamente era capaz de sentir un sudor frío bajando por mi frente. Una mente destrozada por la angustia. En la mano tenía a ese odioso e inseparable compañero de fatigas, mi cerebro, mirándome con ojos compasivos. Un cerebro ya seco, como cansado de tantas noches de evasión. Esos sesos que me observaban, y que parecía que querían decir "acabemos con esto, mátame". Y no creáis que no quería. Pero eso supondría el fin de muchos viajes. Y aquí hay al menos tres personas que me necesitan. No puedo ser tan egoísta como para dejarlo todo. Es más, dudo tener los huevos necesarios para acometer tamaña empresa.
Así que opté por la guerra psicológica. Mi cerebro contra mí. Y sé que nunca nos hemos gustado demasiado el uno al otro, pero cuando se pone serio, es imposible huir de él.
Así que ahí estábamos, frente a frente. Y quisiera trastocar todo el curso del tiempo... pero es imposible. Las cosas no se pueden cambiar... y tampoco me arrepiento de nada. Al menos, no demasiado... claro, siempre hay alguna que otra cosa que sí te gustaría cambiar... pero creo que, si mirase hacia atrás... mi vida seguiría siendo casi exactamente igual. Bueno, sería mejor pianista, y a lo mejor estaría en la clase de enfrente. Pero mi gente seguiría siendo la misma, el blog versaría sobre la misma temática, quizás con otro nombre, y escucharía un poco más de música. Pero, salvando eso... creo que sería igual.
Tras horas de discusión absolutamente callada, cogí un palo y se lo metí a mi epiléptico cerebro en la boca. Lo dejé ahí, al lado del teclado del ordenador. Decidí que si él no se adaptaba a mí, yo no tenía que ajustarme a mi cerebro.
... Y ahí se quedó.

24.1.07

Edgar Allan Poe, fragmento de "El Cuervo", versión española (mucho peor)

De pronto noté el aire perfumado: un invisible incensario balanceado por ángeles cuyo tintineo quedaba en la alfombra amortiguado. “Miserable”, le increpé; “Dios por medio de estos querubineste envuelve en el descanso y el sopor que alivian el recuerdo de tu amor. Apura, apura este filtro que asegura el no acordarte más de tu locura.”

Y dijo el cuervo: “nunca más”.
“Que estas palabras sean tu despedida, pájaro demonio; —chillé furioso— aléjate de mi vida, ve a tu noche de plutonio y no dejes pluma atestiguando la mentira que tu alma invoca. Mi rebeldía se ha convertido en ira. Baja del busto de roca, no busques mi corazón y desaparece de mi habitación.”

Y dijo el cuervo: “nunca más”.

“No busques, cuervo, mi corazón, desaparece de mi habitación.”

Y dijo el cuervo: “nunca más".

Y el cuervo inmóvil, cerradas las alas ahí sigue parado, sobre el busto de Pallas. Guardián inmóvil de mi imagen muerta, escudriña mi ser desde la puerta. La luz proyecta su imagen en el suelo, donde yace mi alma sin consuelo. Donde ya siempre mi alma yacerá pues no podrá levantarse

nunca más.

17.1.07

Cosas que Odio, vol. V (o sobre las consecuencias de ocultar tus sentimientos)


La veía todos los días al subir al autobús de Kings High School, la veía al bajar, llevaba siempre su sonrisa puesta. Esa sonrisa. Y, por mutua vergüenza, nunca nos hablábamos. Resultó que era amiga de F.B. Y que fue su pareja para el baile del instituto. Así empezamos a hablar. Y me dijo que la cosa que le ponía más triste en el mundo era que volvía a España un mes después.

Decidimos aprovechar el tiempo que nos quedaba.

Me llevó a donde trabajaba, la llevé a mi casa, me presentó a su padre, a su novio, a su gato. Le presenté a mis amigos, a mi familia (via webcam), le enseñé la comida española, me enseñó el significado de cogerse las manos, le enseñé el significado de un beso.


Pasábamos los días juntos, hablábamos de su futuro, del mío, de cuándo convergerían. Me dijo que se iba a Turquía. Me acompañó hasta el momento en el que subí en mi avión hacia Nueva York. Lloramos.


No volví a hablar con ella.


Hasta anoche. Ayer fue un día de reencuentros. Pero el suyo, en particular, me tocó muy dentro. Después de más de dos años sin cruzar una mirada, tuve un emotivo encuentro casual por internet con A. Bueno, esta vez sin pseudónimo. Se llama Alycia. Después de un correo electrónico en el que ponía algo así como "hey, i do know this girl..." hubo una larguísima conversación de algo más de 4 horas en la que nos contábamos nuestro pasado, presente y futuro.


Me contó que estuvo enamorada de mí.

Le conté que yo también lo estuve.


Pero no dije nada porque volvía pronto.


Dieron las 4 de la madrugada. Seguía mirando al techo, incluso después de haber acabado la conversación.


Una lágrima de alegría manchada con remordimiento cayó por mi mejilla.


Estas son las consecuencias de no decir un "Te Quiero" cuando estás a tiempo.

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. vol. 11

El mal invade nuestras mentes mientras tratamos de discernir las consecuencias de nuestros deplorables actos. Ya es tarde y quieres olvidar, pero la elección fue la incorrecta. Un terrible malestar invade tu cuerpo y remueve tus entrañas. Una lágrima de desconsolación cae por tu mejilla y te preguntas quién eres y qué haces aquí, hundido en tu pesar. Ya únicamente queda la autocompasión y el flagelo del remordimiento. Sólo una salida. Sólo un final.

Las Autoridades Sanitarias advierten que:
El alcohol es un potente psicodepresor.

(Perdona, C.)

16.1.07

Cosas que Odio, vol IV (O sobre singulares y plurales)

El otro día oí decir algo relacionado con esto a S. La verdad es que me hizo pensar.

Está de moda hoy en día deformar las palabras más hermosas en aberraciones de la lengua mediante la utilización indebida de plurales.

Un ejemplo, es la palabra Verdad. La Verdad es única, y ninguno de nosotros es capaz de alcanzarla. Por eso, por resentimiento, hablamos de "verdades".

Pero me parece peor hacerle lo mismo a la palabra Amor. La gente habla de "los amores"... En mi opinión, la gente que habla con tanta ligereza de "los amores" no ha sentido nunca, nunca el Amor. Porque el Amor es irrepetible.

Así que ya tenemos una lección más. Aprendamos a medir las palabras y no convertir palabras preciosas en mentiras.

Cosas que odio Vol. III (o "Sobre las diferencias entre gustarse, quererse y amarse")

Ayer leísteis (los que leáis) que odiaba que la gente no supiera diferenciar entre un "te Quiero" y un "te Amo".

Pues hoy creo que debería explicarlo, porque la gente confunde sentiemientos con demasiada facilidad.

En mi opinión, hay varios grados de aprecio. Una vez que dos personas se conocen y se llevan bien, se pueden decir "Me gustas. Tienes una conversación agradable, y además eres guapx". Realmente, es una muestra de afecto casi nula.

Una vez que estas personas se conocen algo más, quedan de vez en cuando, hablan de cosas más allá del clima o del carné de conducir, bien pueden quererse. Pero eso no implica amor. Yo quiero a mis amigos, quiero a esa persona con la que he estado compartiendo tantas cosas. Pero no les amo.

Y el máximo grado es el Amor. Con mayúscula... Es algo que se siente pocas veces, y hacia muy poca gente. Amo a mi hermano, Amo a R, Amo J.B. (no confundir con la bebida).

Se pueden amar muy pocas cosas a lo largo de una sola vida. Por eso hay que saber medir las palabras, y no malgastar la palabra Amor. Y, si es necesario decirla, utilizad eufemismos (yo, por ejemplo, utilizo la palabra en italiano para hablar con determinadas personas).

Así que ya sabéis. No malgastéis una de las pocas palabras bonitas que hay en nuestro idioma.


Por cierto, E, muchas felicidades y pásalo muy bien ^_^

15.1.07

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 10

Ah, por fin lunes. Después de un largo finde, salpicado de tal y de eso. Volviendo al hilo de la vida, suponiendo ideas sin verlas. De vuelta a la mediocridad perfectamente modificada. Aún sin poder dormir, a pesar de todo. Y, aunque no lo sepas, tú eres la razón por la que no estaba el viernes.

Doce de la noche; mi habitación emana calor y está terriblemente desordenada (hasta para ser mía). No he cenado. El día ha tenido de todo, la verdad (por cierto, gracias, C. y P.). Me he dado cuenta de que odio inmensamente demasiadas cosas. Más tarde me he dado cuenta de que no era lo peor que me podría pasar.

Alguien dijo que prefería un gramo de ilusión a dos kilos de esperanza. La esperanza hace tiempo que me la dejé olvidada encima del piano. ¿Y la ilusión? ¿Qué ilusión? Nosotros, los muertos, no sabemos nada de ilusión... Me entran ganas de Cantar un Hypermusic. Uno de esos, sí, en los que se toca y se canta sin compasión ni disimulo alguno, con el corazón en la garganta. Y qué mas da... Por alguna razón, de entre las mil canciones que rondan ahora mismo por mi cabeza sobresale alguna de blues brothers.


Me paro y pienso. Malo. Puedo intentar evitarme pero al final siempre termino a solas conmigo mismo. Y no me gusta, maldita sea. Hay tantas cosas que se han quedado en el tintero, tantas frases por decir... Al final siempre hay un nudo en la garganta, mierda. Pero a veces cuesta demasiado. Una oración es mucho más que alinear palabras. Y se piensan tantas y tantas gilipolleces al cabo del día... A veces me quedo sin saber cómo describirme a mí, mi estado, mis pensamientos. Pero el lenguaje humano es sumamente limitado en ese aspecto, quizá es por eso por lo que mi cerebro está carcomido por la angustia. Y a veces, el odio. La desesperación, el miedo. Al filo tal vez de una hiperactividad enfermiza.

Hace tiempo llegó la mayoría de edad. Empezó malamente, con una semana de llanto. Acto seguido, una pequeña destrucción de mucho de lo que rodeaba; acción perfectamente calculada y estudiada. Luego la cosa recobró poco a poco la normalidad. Hasta un día, claro. Aquel día. Un año de genuína montaña rusa. Los mejores momentos... Aquellos conciertos en Molino y el auditorio (grandes, muy grandes, desmesuradamente grandes); y un par de días en Argüelles y otro par en el lejano territorio de la República del Flori; otras cuantas noches en la Madrid centro rodeado de la élite de mes amies. Algunos nombres nuevos. Y otros que, inesperadamente, cambiarón su ubicación a mi respecto.

Pero nada ha cambiado. El año pasado a estas alturas no me sentía demasiado distinto. O sí, no sé, tal vez, depende. Mi visión empieza a flojear, fruto quizás de la ingestión de psicodepresores, de no haber parado en todo el día, de las tres horas de sueño de anoche... Esta noche tampoco dormiré en mi cama.


... Diez volúmenes ya... quién iba a pensar que darías tanto juego. A ver cuánto más puedo resistirlo.

Cosas que odio. Vol. II (O sobre la palabra más bonita del castellano).

Odio a la gente que escribe "Yo" antes que "Tú".

Y odio que la gente no comprenda que la palabra más bonita es "Tú". Porque significa abandonar el egoísmo, significa dejar de preocuparse por uno mismo para empezar a mirar hacia los demás. ¿Quién puede decir que eso no es lo más bonito del mundo?

Cosas que odio. Vol. I: Introducción

Dejamos momentáneamente la comedia "Esta Vida es una Mierda, y Yo soy un Pobre Infeliz", para adentrarnos en una no menos penosa sátira. Se titula "Cosas que Odio", y trata precisamente de eso.

A partir de ahora, las dos obras de teatro en la que todos los lectores sois los personajes principales (unos más que otros, algunos meramente secundarios, como un servidor) van a ir juntas, mezclándose a veces, otras tomando caminos distintos. Así que aseguraos de leer el título de la obra antes de meteros en escena.

Creo que lo mejor para empezar este primer acto es que os hagáis una idea de las cosas que odio en la personalidad de la gente que me rodea, para así poder continuar con la sátira sin tener que poner asteriscos y notas del autor.

Por cierto, notad la diferencia entre "Odio a la gente que..." y "Odio que la gente...". Hay un mundo.

Así las cosas, empezamos.

Odio que la gente escriba "haber", o "aber", cuando debería escribir "A VER". Separado, y con uve. Sí, creo que es el fallo que menos me gusta.

Detesto que la gente no me comprenda cuando intento expresarme. Porque "Te Quiero" no significa "Te Amo", por ejemplo. Y quien crea que sí, es que nunca ha sido capaz de amar. Igual que odio que la gente no distinga entre las expresiones "odio a la gente que..." y "odio que la gente..."

Odio a la gente que se puede describir en menos de diez páginas. O de cien. De hecho, odio a la gente cuya vida esté tan vacía como para poder ser escrita.

No aguanto a los supuestos periosistas que, en los deportes, digan que "El Real Madrid gana DE cinco goles". Odio, odio, odio, odio eso. El Madrid podrá ganar o perder POR cinco goles, pero no De nosecuántos.

No puedo soportar que, al entrar en el ascensor de mi casa y coincidir con la vecina del segundo, me pregunte siempre "¿Cogemos?" ¿Qué carajo vamos a COGER, señora? Si acaso, cabremos.

Odio que la gente no sepa Historia y trate de hablar como un historiador. Por ejemplo, esa señora que dice que "la raza española solamente tiene raíces romanas, griegas y cristianas". Aaay, por dios, cuánta ignorancia.

Odio, odio, odio, odio al presidente de mi país.

Odio muchísimo a la gente que dice que mi carrera "es una mierda que no sirve para nada". Te podrá gustar o no, y eso lo comprendo. Pero, N., te prometo que hay veces que te partiría la cara.

No aguanto el sistema educativo de este país. No aguanto a sus dirigentes, ni aguanto a la mayoría de la gente que vive aquí.

Odio que la gente opine "objetivamente" de cosas que no conoce. Como los que critican al islamismo sin haber leído el Corán o los que critican el cristianismo sin haber leído, por lo menos, el Nuevo Testamento.

Odio, por encima de casi todo, los nacionalismos. De cualquier tipo. El nacionalismo es la base de todos los fascismos, por mucho que la ERC intente demostrar lo contrario. Es, para empezar, la negación de la solidaridad. Solamente con eso, bastaría para desbancar cualquier opinión en contra.

Odio a la gente que cree tener la verdad absoluta en todos los aspectos de la vida. Por eso, muchas veces me odio a mí mismo cuando paro a pensar. Y a D.

Odio a los "artistas" (como el Nacho Cano) que, de repente y porque está de moda, se apuntan al carro de la Movida Madrileña. Cano, que sepas que contigo acabó, farsante.

Odio que la gente no sea clara. Desearía que todos dijéramos lo que pensamos, saltarnos por fin la hipocresía de la sociedad en la que vivimos. Me parece lamentable que la gente tenga que tragarse su propia lengua "para que nadie se sienta ofendido".

Odio que la gente diga que el punk es todo letra, cuando desde sus inicios, es todo lo contrario. Si no, que le pregunten a los Ramones (Sheena is a punk rocker), a los Sex Pistols (no feelings), a los Dead Kennedys (I kill children), Larsen (Nacido de la pota de un punk), o Siniestro Total (Las tetas de mi novia tienen cáncer de mama). La esencia del punk, para todos los nuevos bodoques que van de punkis porque está de moda, es el ritmo fácil, la austeridad, y las letras sencillas y terriblemente ofensivas, sin ningún sentido. Y al que diga que no, que se vaya al Rock'n'Roll High School.

Odio no poder razonar con la gente. Odio la violencia. Odio que no se comprenda la diferencia entre Mod y funk. Odio tantas cosas.... nunca acabaría.

Pero, sobre todo, me odio a mí mismo. Porque me conozco mejor que nadie.

Alegría, peña, que me voy a París.

14.1.07

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 9.

Si hace unas semanas alguien hubiera tenido a bien contarme cómo iba a ir todo le hubiese tachado de bodoque, de orate, de estulto o de presidente de la patronal, según tuviera el día. Ahora mismo estoy en casa ejerciendo de escritor depresivo. Entretenido, ¿eh? Pero claro, el hecho de que yo esté aquí es el mínimo exponente de las vueltas que han dado las cosas en los últimos días.

Todo cambia y, por supuesto, todo sigue como siempre. Subiendo un poco, bajando un huevo, intentando comprender algo, luchando inútilmente por poner un poco de orden. A las diez de la noche ya no hay ni orden ni ostias, sólo una copa en la mano. Cuando bajas tanto que el suelo te ayuda a incorporarte y ves las cosas claras (no hay nada, cojonudo) alguien aparece súbitamente en tu vida, tapándote los ojos con la cantinela de "¿quién soy?". Y mientras caminas a ciegas intentando averiguar de quién se trata (aunque en realidad conozcas perfectamente su nombre, su cara, el tacto de sus manos) te comes un agujero. Y otro. Y otro más. Y esa persona se va contigo al suelo, caes sobre ella, le haces polvo. Y se te olvida pensar en quién coño es simplemente para plantearte dónde ha llegado gracias, en parte, a tu impagable ayuda. Esa noche te fumas tres cajetillas, te bebes hasta el agua del florero, llegas tarde a clase aunque entras a las dos de la tarde. No duermes, claro, ni sueñas, te duele espirar y estudias con cuidado las heridas y golpes que tienes en el cuerpo. Y no puedes hacer nada, mierda, nada. Una vez más los cambios en tu vida escapan total y absolutamente a tu control.

Ni puta idea de cómo va a acabar todo esto. O sí, realmente la idea del final está bastante clara, pero nadie sabe nada acerca del camino a seguir.

Qué sería del mundo sin Esperfuladores...

13.1.07

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 8.

Otros días te sientes completamente solo y triste. Normalmente sales del ensayo (o del flori, o de donde sea) relajado, liberado de tensiones, tras haber descargado toda la adrenalina y toda la rabia y la tensión acumuladas durante la semana. Estás echo polvo, pero tu mente está al 100%, preparada para afrontar otra semana más.
Hoy habría sido así si no hubiera sido porque soy un completo estúpido. Cada día que pasa me doy cuenta de lo mucho que te fallo. Todos los días hago alguna "de las mías", y parece que lo hago a propósito, para joderte. Pero no es así. Me doy cuenta de mis errores, aunque siempre a toro pasado, cuando ya no hay marcha atrás. Y ahora toca cargar con ese sentimiento de culpabilidad, el "¿por qué no hice tal o cual cosa?", de mirar atrás y querer darte a ti mismo dos guantazos para que despiertes de una jodida vez, ese sentimiento de repugnancia que sientes hacia tu persona...
En fin, sólo quería pedirte perdón por ser como soy. No estoy orgulloso de ello. Gracias por tu paciencia (no correspondida por mi) y por todo lo demás.
Esta vida es una mierda y yo soy un pobre infeliz.

10.1.07

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. vol. 7


... Cortar por aquí.

Esta vida es ua mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 6

Mañana lluviosa y helada, tres horas de sueño, tres horas en la universidad sin haber podido sentarme a pensar hasta el momento. Arco iris de gasolina en los charcos, tristeza y cansancio en los ojos; las rodillas perennemente frías.

Una llamada capaz de devolverme la sonrisa, sin saber demasiado bien por qué. Déjales que desesperen esperando el milagro. La imagen de la estantería sigue observándome con ojos de papel, ojos inmensos, profundos, tranquilos. Ojos que invitan a abandonar el nihilismo salvaje de las noches de resaca. Ojos de los que es imposible renegar, por mucho que la parte independentista del ego crea un día haber encontrado la razón para perder la fe. Reconócelo: no fuiste capaz de mirar a la cara a la imagen de la estantería cuando creíste que podrías negarte a ti mismo. Intentas superar tu propia estupidez; en vano.

Cinco de la mañana, un cigarrillo en una mano y una fotografía arrugada en la otra. Callos en los dedos, un dolor áspero y sordo en la garganta. Algo de ternura en los labios sedientos. Una vez más lo has conseguido, pequeña dama, una vez más el cielo es una promesa imposible que lleva tu nombre; una vez más la palabra "imposible" no significa nada. Y el vértigo agotador tras el telón se transforma en fantasía y paz.

Cesó el clamor, no habrá final,

la magia no se romperá.

Todo está bien si tú estás aquí...

(Una vez más, para ti, C.)

9.1.07

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 5 (vis. trágica)

Hace falta más que calor para mantener a alguien una noche en vela, ¿no crees? Había cien mil maneras de hacerlo bien y un par de ellas de hacerlo mal; el problema es que la inercia maldita lleva siempre a estas dos. Tienes la llave de mi sonrisa y la dejaste olvidada en una esquina. Y ni siquiera pareces echarla de menos.

Sé cómo acabará todo esto, me lo conozco, he interpretado ambos papeles. Y si bien ninguno es fácil sí hay uno terriblemente cómodo: el de aquel que no tiene nada que perder porque aún no ha sacado las manos de los bolsillos, el que puede hacer borrarlo todo como quien pasa la mano sobre una superficie polvorienta.

Sé cómo acaba y sé cómo será después. También me lo conozco, y soy capaz de imaginarlo con tanta claridad que se mezclan las ganas de llorar y las de vomitar.


Me parece curioso poner todo esto aquí cuando preferiría decírtelo a la cara. En realidad necesitaría decirte mil cosas, pero, por lo visto, es imposible: siempre demasiado ocupada, yendo, viniendo, hablando con más gente. Sin tiempo para llamar.


Ojalá todo fuera distinto. Yo al menos nunca lo soñé así. Me sorprende mi propia capacidad de resistencia... A ver dónde está el límite.

The boys are back in town!!!

Pues sí, señoras y señores, niños y niñas, aquí nos hayamos de nuevo, inmersos en la encantadora vida universitaria, en los días perfectamente planificados; volvemos al despertador, a la peli de por las noches, a cenar solo (o a cenar, que ya es todo un avance), a preparar la comida para mañana, a limpiar en los ratos de asueto. Se acabaron la siesta, las noches en vela, las mil birras diarias, el no mirar el reloj ni el calendario. Dentro de lo malo volvemos a la mediocridad perfectamente planificada, que libera de la presión de tener que tomar decisiones por nosotros mismos. Pero siento que echaré de menos la absoluta sensación de estar haciendo simple y llanamente lo que me da la gana.

Las vacaciones han sido bastante potentes, para qué negarlo. Empezaron conmigo tocando el cielo y terminaron ayer en una tarde de rebajas con nuestra queridísima J. Entre medias todo tipo de sucesos, historietas, batallitas y momentos de esos de "no vuelvo a hacerlo, por Dios" o "pero ¿cómo van a ser ya las diez de la mañana?". Lo más duro, creo, ver a mi abuelo en nochevieja con 39'6 (y con un susto de tres pares de pelotas). No, miento. Lo mas duro es seguir sin ver en mis sueños más que sueños. Tengo ganas de que pasen los días necesarios para poder oir las palabras mágicas. ¿Cuánto tiempo? Mejor aún, ¿cuánto tiempo hará falta para que podamos hablar? Hablar, lisa y llanamente. Sin mentiras, ilusiones, líos ni malos rollos por medio.

El resto sigue como siempre, cómo no. La acuciante soledad de estar rodeado de gente y pensar sólo en quien está más lejos. Afortunadamente casi todo está bastante claro; sólo falta retomar el ritmo de ensayos y, esperemos, el de conciertos y enero no será demasiado distinto de mayo o septiembre. Una vez más todo cambia para que todo siga igual. Y me sigo odiando.

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. ¿Volumen 5?

7.1.07

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 4

Sonó el teléfono en algún momento de la noche; dejé el cigarrillo en el borde de la mesa, me quité el sudor de la frente y descolgué; al otro lado, el desánimo me insinuó una elección que yo ya tenía tomada. Le respondí con franqueza y recibí contestaciones duras. No me importó demasiado, porque la mitad de las cosas no terminé de entenderlas. La elección no gustó, pero a mí tampoco me gusta que me hagan elegir. Tuve que rechazar no sé muy bien qué a cambio de nada. La nada más absoluta. Me quedé con la nada y, cuando colgué, el cigarrillo se había consumido y había quemado parte de la madera; la ceniza había caído plácidamente sobre mis pantalones. La sacudí con torpeza, lié otro cigarrillo y observé las volutas de humo ante la bombilla. Repasé una vez más lo que acababa de hacer; lo había repasado mil veces antes de que sonara el teléfono. Una de esas elecciones frías y tristes de las que uno ha de arrepentirse: vender un trozo de felicidad a cambio de una ración de paz oscura y malsana. Escribí a P. para contarle lo ocurrido; el teléfono sonó poco después, y la voz de P. me sacó de la tristeza que me embargaba, primero para sumirme en un estado indescriptible de saturación mental, después para depositarme sobre una sonrisa cálida y relajada. Al colgar no me sentía tan pésima persona, sólo un tipo que no sabe hacia dónde mirar y que ha escogido conservar los sueños equivocados.

Bécquer (Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida Insausti) dijo en una ocasión que ningún sueño que se pudiera alcanzar merecía realmente la pena. Soterrados pues los sueños factibles quedan ante nosotros aquellos que son demasiado grandes, demasiado lejanos, aquellos a los que se podría poner sin temor el título de "imposibles". Lié otro cigarrillo y me serví una copa; había perdido el reloj y no sabía qué hora era, pero algo me indicaba que era el momento en el que la mayoría de la gente de bien llevaba un rato metida en la cama. Yo me encontraba demasiado enfermo como para dormir y lo suficientemente enfermo como para mantenerme despierto. Me quité la camisa y quedé tiritando sobre la silla, los codos sobre las piernas, la cabeza entre las manos.

Así me he despertado esta mañana. Debo estar volviéndome loco.

2.1.07

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 3.

Pasas la noche sin dormir esperando una respuesta, mirando al suelo con los ojos helados. Y la respuesta no llega. Ni siquiera la habitual retaíla de monosílabos carentes de profundidad alguna. Veinte días a base de conversaciones vacías, sin que una sola palabra contenga una mínima muestra de aprecio, con las mismas frases que comentarías con el vecino del cuarto en el ascensor. Una noche más nada invita a soñar.

A las cuatro de la mañana tiras el teléfono a la papelera y te pegas una ducha. Sales a la calle a fumar un cigarrillo y compruebas que también está fría y desierta. Te corroen los nervios, le das vueltas a todo, mil doscientas frases recorren tu cerebro. Estás demasiado jodido como para emborracharte. Y empiezas a pensar (malo), a plantearte opciones, acciones, omisiones. Pasa por tu cabeza dejar el teléfono donde está y el correo sin abrir. Incluso ensayas a media voz cómo mandar a la mierda a la persona a quien más quieres. Quizás seas demasiado cobarde como para soportar que no todo sale como deseas, pero sientes la necesidad de hacer algo. Incapaz de cohartar la libertad de nadie para obrar como le dé la gana (aunque sea despreciándote) te encuentras en un callejón tapiado: puedes escoger entre morirte en un sueño que dista enormemente de lo que deseabas o matarte de horror sacrificándolo todo sólo por no poder aguantar que te mantengan en la ignorancia.

Mejor ser uno menos que ser uno más. Mejor estar muerto que estar por estar.

1.1.07

Ésta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 2

Después de una vuelta más a la misma jodida tuerca llegas a la conclusión de que, principalmente, da igual lo que hagas, y da igual cómo lo hagas. Intentas hacerlo bien, pero la cagas y te das cuenta de que la has cagado; intentas remediarlo, pero es inútil, y la ostias van y vienen y hay que ser demasiado rápido como para esquivarlas todas. Y si lo haces bien las cosas terminan igual: alguien llora y tú ruedas por el suelo. Y al llegar a casa la misma mirada desde la estantería te invita a levantarte agarrando su mano, pero cuando descubres que las ensoñaciones no tienen extremidades es cuando tus dientes chocan contra las piedras. Y pasas la noche recogiéndolos y mirándolos sobre la palma de tu mano, manchada de sangre. Y te acurrucas en un rincón y te maldices, y nada sirve para nada. A la mañana siguiente todo sigue igual, e importa una mierda qué hayas hecho, que lo hayas hecho bien, que lo hayas hecho mal. Entonces casi no te fijas en la mirada de la estantería.

Da igual cómo lo hagas; da igual lo que digas porque lo que va a pasar es tan evidente como que tú no controlas todos los factores. Qué ostias, no controlas ningún factor. Mañana decides purgar tu lista de sueños imposibles y quedarte sin ninguno; devuelves la mirada a la estantería y le dices claramente "no significas nada".

Y eres tan gilipollas como para creértelo.

Y esos días son fantásticos, porque nada te detiene, porque todos tus sueños pueden cumplirse sin esfuerzo alguno, porque toda la felicidad que buscas está en cosas tan sencillas que el mundo roza la perfección en una noche de música y drogas. Pero da igual cómo lo hagas. Una noche llegarás a casa e intentarás abrazar la nada, descubrirás que tu cama es el sitio más frío del mundo y que todavía no has limpiado del todo los restos de dientes del suelo. Esa caída es más suave, pero el resultado es el mismo. Bienvenido al suelo.

Da igual cómo lo hagas; si intentas hacerlo mal, te llueven clavos ardientes. Si intentas hacerlo bien... tengo la sensación de que todo volverá a la normalidad.

Y es una pena, porque me habían empezado a salir dientes nuevos.

(Dedicado a C.)

Ésta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 1

Tarde o temprano, lo hagas como lo hagas, terminas por cagarla; pones todo tu empeño pero al final aparece alguna de tus brillantes ideas y todo se va a la mierda. Poco a poco, como si una lima invisible arrancara lentamente los detalles que te elevaron muy por encima de donde merecías estar. Y todos los intentos por disfrutar de tus quince minutos de gloria se desvanecen ante la idea de que algún día todo volverá a la estúpida normalidad y tu presencia en el cielo será sólo un recuerdo que machacará tus noches...