22.4.07

Pensamientos aleatorios, frases (muy) cortas. Vol. 6

Amar... no empezaba así la palabra Amargura?

Lo siento, y lo sabes.

Esta vida es una mierda, y yo soy un pobre infeliz. Vol. 17

Ya tardaba mucho en actualizar esto...

Ha caído el sol y no va a volver a salir. Y es que, cuando se lleva algo muy dentro, es difícil sacarlo. No me puedes pedir que piense lo mismo que tú, ni que haga lo que me pides.
Lo siento, sabes que lo siento muchísimo. Pero sabes tan bien como yo que lo imposible es precisamente eso: imposible.

Aun así, en el fondo, supe desde el principio que, después de nada o después de todo, todo no era más que nada... Sé que duele, pero no me lo podía quitar de la cabeza. Y miraba al techo por las noches. Y leía a Beckett y a Salustio. Y a Salinger, y me sentía (siento) identificado contigo.

No eres una mala persona. Probablemente seas la mejor persona que he conocido, y no quiero que cambies. Ni que dejes todo eso solamente para verme cada día. Quiero lo mejor para ambos, aunque duela. Miento: quiero lo mejor para ti, aunque duela.

Ya te sabes el resto... frases entrecortadas, besos, y "no, tú más" repetido hasta la saciedad. Y es que me gusta así. Tal y como empezó. Con las horas interminables y cortísimas. Con las cinco horas que se convertían en cino minutos.

Con las risas, con las manos entrelazadas en el teatro, con las proposiciones indecentes, con las declaraciones, con el teléfono de madrugada. Con las rodillas hincadas en el suelo helado y la gente asomándose por la esquina. Con el camarero diciendo que van a cerrar, con los susurros en la oreja y con... bueno, con eso también.

Pero me gusta más contigo feliz. No mires hacia atrás nunca. Gracias por todo.

16.4.07

Pensamientos aleatorios, frases cortas. Vol. 5.

¿Qué pasa si Dioniso quiere ser Apolo?
¿Se puede disfrazar? Pero, ¿qué es un disfraz?

¿Qué pasa cuando el consejero es el que necesita consejo?

¿Qué pasa si... o no?

¿A quién vas a culpar?

Si tu cinturón de castidad es comestible, como un trozo de pan
si tu voz es la del ángel de la insinuación, dime, ¿A quién vas a culpar?
Si te pones a tiro y tengo munición,
si puedes correr pero no esconderte,
si me dices que esta noche ya no habrá perdon, dime, ¿A quién vas a culpar?

Si soy el zángano que zumba a tu alrededor, soy tu sombra, tu piel, tu voluntad...
Si soy la hiedra, que te envuelve hasta la extenuación...

Si tu hombre se marcha a trabajar y dejas abierta la puerta de atrás,
si está lloviendo fuera y me invitas a pasar, dime, ¿A quién vas a culpar?
Si el fuego consume mi columna vertebral y tus suspiros me pueden calmar
Si nos miramos, y sabemos lo que va a pasar... dime, ¿A quién vas a culpar?

Si la penumbra que envuelve tu habitación se incendia y se convierte en claridad,
si tu cerebro es ahora fuego artificial, dime, ¿A quién vas a culpar?

Si el centro del mundo está entre tú y yo, si el tiempo se detiene y ya no hay lugar,
si el antes y el después dejan de importar... dime, ¿A quién vas a culpar?

15.4.07

Informalismo, vol. XII

Vladimir: [...] Uno de los dos ladrones se salvó. (Pausa.) Es un porcentaje decente. (Pausa.) Gogo...
Estragon: ¿Qué?
Vladimir: ¿Y si nos arrepintiésemos?
Estragon: ¿De qué?
Vladimir: Pues... (Piensa.) No sería necesario entrar en detalles.
Estragon: ¿De haber nacido?

[...]

Vladimir: [...] En fin... (Pausa.) Gogo...
Estragon (excitado): ¿Qué hay?
Vladimir: ¿Has leído la Biblia?
Estragon: La Biblia... (reflexiona.) Le habré echado un vistazo.
Vladimir (atónito): ¿En la escuela Sin Dios?
Estragon: No sé si sin o con.
Vladimir: Debes confundirte con La Roquete.
Estragon: Quizá. Recuerdo los mapas de Tierra Santa. En color. Muy bonitos. El Mar Muerto era azul pálido. Sentía sed con sólo mirarlo. Me decía, iremos allí a pasar nuestra luna de hiel. Nadaremos. Seremos felices.
Vladimir: Deberías haber sido poeta.
Estragon: Lo he sido (señala sus harapos.) ¿No se nota?

(Silencio)

[...]
Vladimir: Ah, sí, ya sé, la historia de los ladrones. ¿La recuerdas?
Estragon: No
Vladimir: ¿Quieres que te la cuente otra vez?
Estragon: No.
Vladimir: Así matamos el rato. (Pausa.) Eran dos ladrones, crucificados al mismo tiempo que el Salvador. Se...
Estragon: ¿El qué?
Vladimir: El Salvador. Dos ladrones. Se dice que uno fue salvado y el otro... (Busca lo contrario a Salvado)... Condenado.
Estragon: ¿Salvado de qué?
Vladimir: Del infierno.
Estragon: Me voy. (No se mueve.)
Vladimir: Y, sin embargo... (Pausa.) ¿Cómo es que...? Supongo que no te aburro.
Estragon: No escucho.
Vladimir: ¿Cómo se comprende que de los cuatro evangelistas sólo uno presente los hechos de ese modo? Los cuatro estaban allí presentes, no muy lejos. Y uno sólo habla de un ladrón salvado. Veamos, Gogo, tienes que devolverme la pelota de vez en cuando.
Estragon: Escucho.
Vladimir: Uno de cuatro. De los tres restantes, dos ni lo mencionan y el tercero dice que los otros dos lo insultaron.
Estragon: ¿Quién?
Vladimir: ¿Cómo?
Estragon: No entiendo nada... ¿Insultado? ¿Quién?
Vladimir: El Salvador.
Estragon: ¿Por qué?
Vladimir: Porque no quiso salvarles
Estragon: ¿Del infierno?
Vladimir: No, de la muerte.
Estragon: ¿Y entonces, qué?
Vladimir: Entonces hubo que condenar a los dos.
Estragon: ¿Y después?
Vladimir: Pero el otro dice que uno se salvó.
Estragon: ¿Y pues? No están de acuerdo, eso es todo.
Vladimir: Se hallaban allí los cuatro. Y sólo uno habla de un ladrón salvado. ¿Por qué darle más crédito que a los otros?
Estragon: ¿Quién le cree?
Vladimir: Todo el mundo. Sólo se conoce esa versión.
Estragon: La gente es estúpida.

Samuel Beckett, Esperando a Godot.

1.4.07

Informalismo, vol. XI

Esto es un plagio vil de una cosa que me recitó mi abuelo cuando era pequeñín.

"Cuentan de un sabio que un día,
tan pobre y triste se hallaba
que sólo se alimentaba
de unas hierbas que cogía.

¿Habrá otro -entre sí decía-
más pobre y triste que yo?
Y al volverse descubrió
que otro sabio iba comiendo
las hierbas que él arrojó".

Reflexionemos... esta vez no os lo voy a dar todo masticadito.