27.5.08

La Leyenda del Pianista en el Océano

He pasado mucho tiempo en aquel sitio. Demasiado. dos veces a la semana, todos los meses, durante tantos años... al final forma parte de ti. Y tú de él. Siempre a remojo en alcohol barato, cuando volvías a tierra ni siquiera te veías capaz de mear derecho en el váter.
El mundo estaba quieto, pero tú seguías balanceándote. Porque es posible salir de ese bar, pero sacártelo de dentro... La primera vez que entré, tendría dieciséis años. Y solamente había una cosa que me importara en la vida: la música. Así que cuando me enteré de la historia esa de que estaban buscando gente para el El Plaza Club, que estaba aquí mismo, me puse a la cola. Enero. "Ya tenemos músicos", dijo el tipo del bar. Lo sé, y me senté al piano y me puse a tocar.
Se quedó allí, mirándome fijamente, sin mover un músculo. Esperó a que acabara sin decir una palabra. Después me preguntó:
"¿Qué era eso?"
"No lo sé".
Se le iluminaron los ojos.
"Cuando no sabes lo que es, entonces es jazz".
Después hizo un gesto raro con la boca, quizás una sonrisa, tenía un diente de oro justo aquí mismo, tan en el centro que parecía que lo había puesto en el escaparate para venderlo.
"Van como locos por esa música ahí dentro".
Ahí adentro quería decir el bar. Y aquella especie de sonrisa, que estaba contratado.

20.5.08

Trainspotting

Julia era mi novia, una alemana de Leipzig. La conocí una tarde en casa de Alessio, hará unos cinco años. Recuerdo demasiado bien todos los detalles. Cuando huí espantado de España, me instalé en Cinci, Ohio. Este tipo de viajes te dejan la memoria hecha una mierda, hacen agujeros en el cerebro con el paso de los años y te privan de tus recuerdos, de tu pasado. En lo que a mí respecta, no hay problema, incluso me conviene.
Aprendí paulatinamente a respetar esta memoria, a usarla con moderación. más de pequeño puedes ser indiscriminado con la memoria y las drogas, ya que uno tiene poca noción de su propia mortalidad. Por supuesto, eso no quiere decir necesariamente que uno vaya a sobrevivir a esa etapa. Pero cuando andas por tu cuenta, la cosa cambia. De pronto, sabes que en algún momento vas a morir, y en las resacas y bajones se percibe en qué medida la falta de sueño y las mal llamadas "drogas blandas" contribuyen a ese proceso; agotando los recursos espirituales, mentales y físicos, alimentando la apatía con la misma frecuencia con que alimentan la emoción. Se convirtió en un problema matemático al que uno jugaba con las variables:
1)unidades de droga consumidas
2)proporción amor-desamor
3)constitución
4)ganas de quedar hecho polvo

Alguna gente se desentiende directamente, unos pocos continúan sin parar hasta el fin del camino, resignándose a la noción de la vida como un gran intento de suicidio a plazos.
Yo decidí seguir con el mismo tipo de vida. Saliendo, desparramando, pero bajo control. Luego, tras una semana malísima, lo mandé todo al carajo, me piré a EEUU y me fabriqué una vida.